domingo, 25 de octubre de 2009

Vanidad



Vanidad




Tras una noche del placer, ya al alba,

cogí el laúd, la copa y la botella,

dije adiós a la cordura y la llevé

al camino que conduce al país encantado

de la embriaguez.

El vendedor del alma de la viña

me miraba con ojos acariciadores

y esa mirada me liberó de todas

las mentiras del tiempo.

Dije a esas mentiras: “Tended las redes

al vuelo de otro pájaro. ¡El águila

solo anida en las cimas!”

El camarada, el músico, el copero,

Sólo son fantasmas; algo de arcilla y agua.

Y todo es ilusión.

Traéme una copa de vino pues quiero

dirigirme, sin dudar, más allá

de este mar sin riberas.

La vida, viejo Ibn Tanus, es un enigma

y el esfuerzo para resolverlo

es solamente un engaño y vanidad.

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