Memoria mía
¡Oh, memoria mía! acuérdate de esta gracia
que me otorgó en secreto.
Tu amor, ¡oh bienamada! Resplandece
en mi rostro.
¡Oh memoria mía! acuérdate de que
cuando sus ojos
me hirieron con sus miradas, en su boca
florecía una sonrisa.
Recuerda que su rostro encendió
la llama del placer y que hacia ella
voló mi corazón como una mariposa.
Recuerda que cuando ella sonrío,
ambos bebimos en nuestros labios.
Recuerda que en la Casa de la dicha
nació nuestra alegría del aroma sutil
de azahares suaves.
Recuerda que tu y yo bebimos de ese azahar
y que el amor fue nuestro convidado.
Recuerda nuestro largo descanso
y nuestra larga dicha y que sigue
el tiempo
en que esa delicia nos es familiar.
Recuerda que, entonces, por tu causa,
mis poemas, las perlas de Ibn Tanus,
siguen formando tus collares.
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